El Frente Amplio no debe impulsar un plebiscito por la Ley de Urgencia
Jaime Secco
08.10.2020
Acompañar el llamado del PIT-CNT para derogar por plebiscito la Ley de Urgencia sería una muestra de contumacia. De no querer aprender nada, ni siquiera de nuestros propias evaluaciones.
Luego de meses de idas y vueltas, la central resolvió, no por unanimidad como se dijo,convocar organizaciones políticas y sociales a formar una comisión pro referéndum para derogar no se sabe bien qué de la llamada LUC.
Los viejos sindicalistas que conocimos todavía triunfantes a fines de los 80, explicaban su éxito en los conflictos en que se embarcaban: "Lo que pasa es que yo nunca me meto en un conflicto si no sé que lo voy a ganar". Ahora nos quieren embarcar en una batalla que sabemos de antemano que vamos a perder.
Se sostuvo que son inconstitucionales varios artículos de esa ley o incluso la ley misma. Estudios posteriores no encontraron nada contundente en la materia. Pero incluso si lo fueran, en Uruguay el mecanismo para declarar inconstitucionales las leyes es otro, no pasa por plebiscitos, sino por la Suprema Corte.
Sin duda, todo el Frente Amplio considera que es nociva la mayor parte del batiburrillo que compone esa ley. Pero esa es nuestra opinión. Se ha escrito muchas veces en los últimos once meses que a la izquierda todavía no le cayó la ficha de que perdió las elecciones. La mayoría de los votos en el Parlamento no son frenteamplistas. Y van a votar todavía muchas más cosas que no nos gustan. Más crudamente: van a votar muchas más cosas que afectan libertades y las condiciones de vida de nuestra gente. El plebiscito no es una varita mágica.
Es cierto que se estaba en cuarentena, pero el combate a la LUC cuando todavía era proyecto no supo o no se pudo dirigir a los diferentes sectores que serían afectados explicando en qué se iban a ver perjudicados. LUC, así, con sigla y en bloque, es una abstracción. Y es difícil orientar a centenares de miles en una abstracción cuando nuestros legisladores votaron casi la mitad de los artículos. Fue porque alguno era bueno, pero sobre todo porque se propusieron redacciones mejoradas que luego quien las propuso no puede no votar. Andá a explicar doscientos casos distintos.
Se está votando un presupuesto quinquenal que contiene una cantidad casi similar de temas, desde enormes recortes en sueldos, pasividades e inversiones -indicando que el Estado no tiene intención en ayudar a "remar" la salida. Entre los golpes graves y rechazables, podemos incluir varios del nivel de horadar el monopolio de Ancap y cosas que gente de bien no haría, como intentar birlarle el mercado municipal al departamento de Montevideo.
¿Se plebiscitará todo eso? Se anuncia una ley de comunicación audiovisual que cumple los más fantasiosos sueños del monopolio de la televisión. ¿Se plebiscita? Se anuncia una ley más ambiciosa contra Ancap. Se agita la propuesta de prácticamente derogar la libertad sindical. Se rumorea la iniciativa de derogar la ley que habilita juzgar a violadores de derechos humanos. ¿Plebiscitamos todo? ¿Dejamos pasar todo eso porque estamos entretenidos en la LUC?
Pero bueno, ¿no es acaso saludable que temas tan importantes sean debatidos por la población? Sí, pero ponerse una derrota como meta no es la única forma de debatir.
Derogar una ley requiere decenas de miles de firmas, centenas de miles de votos para convocarlo y luego convencer a los votantes para que concurran a una convocatoria no obligatoria en la que no alcanza con tener la mayoría de los votos, sino que hay que lograr la mayoría absoluta de los inscritos, incluyendo fallecidos de depurados del padrón, enfermos y anulados. Muy pocas veces se ha logrado derogar una ley. Y la Ley de privatización de Empresas Públicas de Lacalle padre logró ese porcentaje porque el Foro Batllista decidió plegarse a último momento dejando solo al herrerismo.
Hoy, una mayoría de la población manifiesta apoyo al gobierno, LUC incluida. ¿De qué planeta pensamos sacar las mayorías requeridas?
Circula por todos lados y ha llegado a la prensa un documento para la discusión interna de balance, autocrítica y perspectivas. Allí se reconoce que fuimos "generando un nivel de omnipotencia en nuestra fuerza política que nos hizo creer que todo lo podíamos". Como nos parece evidente que la LUC es perniciosa creemos que a todos los demás les resultará igualmente evidente.
Más adelante el documento en discusión reconoce que "también desatendimos otras señales", como la caída de la participación en las internas. En otro lado sostiene que "es necesario plantearse hasta qué grado escuchamos a la sociedad". Y que "al comienzo de la campaña electoral probablemente partimos con una percepción equivocada. No asumimos adecuadamente la situación electoral en la que nos encontrábamos". Refiere a resultados sostenidos de la unanimidad de las encuestas. ¿Seguimos desatendiendo?
¿Pero no es vigorizante, no acumula el movilizar a la gente aunque sea en la juntada de firmas? El sindicalismo uruguayo sabía que no se trata de mero traqueteo; las luchas que acumulan son las que nos elevan el grado de organización y de conciencia.
Por eso, la piedra de toque ante cada propuesta era responder: ¿Quién aísla a quién? No tendremos una buena respuesta si proponemos aglutinar a la población junto a nuestros adversarios y nos aislamos nosotros hasta de una parte de la dirección sindical que manifestó poco entusiasmo, por decir poco. El resultado será desacumulación, pérdida de la mayoría reconquistada en las municipales y, sobre todo, debilitamiento de la confianza de la población en la capacidad de conducción de la izquierda.
¿Y no se ha hablado de batallas que se sabe que se van a perder pero hay que pelearlas igual? Sí, a propósito de la Comuna de París. Puede agregarse la Huelga General de 1973 contra el Golpe de Estado, no iba a derrocar la dictadura naciente, pero la debilitó políticamente. Ahora, no se trata de ir por gusto de derrota en derrota hasta la victoria final, como dice la broma.
¿Y el Frente Amplio qué dice? Nada, espera. El mismo documento de discusión reconoce "cierta inoperancia política para discutir algunos temas a fondo, dejando que la realidad resuelva por nosotros." En este caso, esperar a ver qué resolvía la central.
Es cierto que entre las tareas para adelante el documento destaca "acompañar y encausar la resistencia y las protestas". Acompañar, pero también encausar. Lo contrario es renunciar a dirigir, limitarse a seguir en el acierto o el error y hasta el precipicio. Y bajo el precipicio hay mucho sufrimiento para el pueblo uruguayo.
Jaime Secco
UyPress - Agencia Uruguaya de Noticias