31 años sin Wilson y 100 con él a nuestro lado
Juan Raúl Ferreira
16.03.2019
Si alguien me hubiera dicho hace un par de años que iba a llegar, un aniversario de la muerte de Wilson, que pasara casi desapercibida, me hubiera dolido. Este año no.
Ni sesionó la AG, ni hubo un recordatorio religioso, ni una ceremonia religiosa ni congregación ante sus restos, ni recuerdos partidarios. En el año que vivimos creo que es una señal de madurez. Hoy se puede decir que la fecha pasó desapercibida. Pero no fue así. Sin actos, partidarios (que no hubieran correspondido) ni Nacionales, que tampoco era el momento.
Esto no tiene nada que ver con el hecho de que se trate de un año electoral. Más bien, conque es el del centenario de su nacimiento. Un rápido repaso de las redes, a las que hoy no pude atender como suelo, basta para ver que le recordó mucha gente, del más amplio espectro del país. Pero sin actos, ni búsqueda de protagonismos, ni convocatorias. Sólo en la intimidad de cada uno. ¿Por qué? Porque no correspondía otra cosa, en el año del centenario de su nacimiento.
De alguna manera con la ausencia de actos se está ratificando la idea de que ESTE año, vamos a celebrar su vida, en vez de y no llorar su muerte. Es realmente impresionante como, sin que hubiera ninguna coordinación previa, todo el mundo asumió esta regla de oro.
Es más, un medio radial, (Del Cielo FM), a solo modo de ejemplo, preparó un maravilloso programa con un testimonio de su vida, pero lo emite hoy, sábado, el día después (a las 12:00 h) para mantener discreto, el recuerdo individual de cada uno de los que fueron tocados por su vida, en esta fecha tan especial.
No quiero dejar pasar este hecho sin compartir alguna experiencia personal. En la preparación de dicho programa radial, me hicieron una pregunta, en la que por primera vez, ante un medio de prensa, casi me quedo sin respuesta. Me preguntaron: "Si tuviera que elegir un momento de la vida, solamente, un momento concreto compartido, ¿cuál citaría? Casi me quedo mudo. Era radio, había que contestar enseguida. Por suerte, porque si me pongo a pensar, no contesto.
Rápidamente vino a mi memoria los días, los únicos días de nuestra vida, que pasamos solos, los dos, sin nadie más: los del asilo de la Embajada Austria. Llegamos allÍ de una forma casi épica. Poco después de que embarcaron el féretro del Toba, un periodista francés lo sacó oculto de la casa de aquel, en el baúl del auto. Quedamos mamá y yo esperando la llegada de alguno de los Embajadores que habían prometido su presencia. Como narra para el libro en preparación Ernesto Berro Hontou, llega él con el de Austria. Forcejeos de por medio donde Wilson estaba, nos empuja dentro de su auto y nos da asilo.
Pasan varios días en la Sede Diplomática antes de que nos den el salvo conducto para salir del país. Esos días estuvimos solos, compartiendo, silencios, charlas, tristezas y, aunque parezca mentira: esperanzas.
No hubo momento más fuerte, tan íntimo, tan intenso, como esos días en que compartimos la soledad y a la vez nos acompañamos.
Solos los dos.
A las once, a su pedido en una carta que logramos hacer llegar a mamá: ella pasa a las once por la puerta mirando hacia adelante, simulando estar de compras. Papá la mira en las rendijas de dos cortinas y eso le daba fuerzas para aguantar 24 horas más. En la carta donde le pide que lo haga: le dice "Con Juan Raúl, bastante bien, hemos logrado que no nos contagie esa cosa horrible que es el odio."
No se cuánto en común,hubo esos días, entre padre e hijo, o cuánto entre líder militante . No dudo, contestado ya al programa, que fueron los momentos más intensos compartidos en la vida. Doy gracias a Dios habiendo vivido tanto dolor, poderlo recordar de este modo.
Dr. Juan Raúl Ferreira
UyPress - Agencia Uruguaya de Noticias