La excesiva ansiedad de las personas por su salud
Carlos Vivas; Homero Bagnulo
23.04.2019
Frente a las consultas de algunos pacientes, los médicos nos preguntamos si la preocupación que estos pacientes nos están relatando no resulta excesiva en relación al riesgo real del síntoma que nos están refiriendo. En oportunidades dicha sintomatología acaba impactando en muchas de las actividades que dicha persona realiza.
A esta situación recientemente se le denomina "ansiedad sanitaria" y podríamos definirla como: Una preocupación excesiva en relación al riesgo real, lo que impacta en la vida y las actividades de esa persona. O sea, que las personas que padecen la situación que estamos describiendo presentan un temor excesivo y persistente de estar seriamente enfermos. El DSM-5 (la quinta edición del Manual de Desórdenes Mentales), titula esta situación como: desorden por síntomas somáticos y desorden por ansiedad vinculada a enfermedad. Remplaza esta terminología al viejo término de hipocondría que con el correr del tiempo se ha transformado en una etiqueta peyorativa para el paciente.
La preocupación que estos pacientes nos generan, se vincula a la cantidad excesiva de exámenes y estudios diagnósticos que se le realizan, lo que incrementa el riesgo de eventuales daños y que ante hallazgos poco significativos, estos incrementan aún más su trastorno. Algunos autores refieren que hasta un 20% de los pacientes que los consultan presentan las características que describiéramos.
Algunas pistas que nos orientan a plantear esta situación las aporta una excelente revisión recientemente publicada por E. Hedman-Lagerlof del Karolinska Institutet de Suecia y, P. Tyrer del Imperial College de Londres ( BMJ 2019;364:1774), e incluye:
1- Preocupaciones reiteradas sobre la salud que reaparecen pese a ser descartadas en las consultas realizadas y que además se mantienen en el tiempo.
2- Reiteración de las consultas fuera de lo que uno esperaría dada la situación de la persona.
3- La preocupación que generan los síntomas tienen una repercusión en el desempeño funcional y social.
4- Desde la facilidad en el acceso a la información digital el cuadro que venimos describiendo, se ha multiplicado y agravado dado que han aparecido pacientes que buscan información en forma permanente, lo que a su vez les incrementa la ansiedad. Al punto que la situación recibe una denominación especial: "Cibercondría".
La situación clínica descrita se ha transformado en un fuerte desafío en la consulta y el médico se enfrente a un difícil equilibrio, ya que en ocasiones quienes presentan este cuadro pueden tener también afecciones que requieran estudio y tratamiento. Inclusive pueden ser la manifestación de otras enfermedades mentales. Como por ejemplo el desorden de ansiedad generalizado, ataques recurrentes de pánico, trastorno obsesivo compulsivo.
Se recomienda por parte de los autores descritos permitirle al paciente que explique su sintomatología, sin interrumpirlo, ya que esto los reasegura en cuanto a que son escuchados y tomados seriamente en cuenta. Es habitual que médicos experimentados y con una consulta atiborrada, intenten acortar la duración de la visita, ya que llegan prestamente al diagnóstico y no consideran a la persona como realmente enferma. Esto lleva a una agravación de las situaciones planteadas, por lo que es altamente recomendable dedicarle un tiempo suficiente y agendar un seguimiento del paciente.
Hay algunas preguntas que siempre debiéramos realizar, como por ejemplo: ¿Cuánto le preocupa a usted la situación? ¿Habitualmente esta muy preocupado por su salud? ¿ Cree que los médicos que ha consultado se han ocupado adecuadamente de su situación? ¿Cuál es la mayor preocupación que usted tiene? ¿Cuánto hace que empezó a preocuparle la situación? Esta última pregunta se basa en que con cierta frecuencia el cuadro se desencadena luego de la enfermedad o la muerte de un familiar o amigo. ¿Cuánto le afecta esto en el desempeño de sus tareas y en su vida social y familiar?
Una preocupación muy especial que tanto los médicos como las personas cercanas a estos pacientes deben tener es el lenguaje y las formas de comunicación que se utilizan, ya que frecuentemente malinterpretan las palabras y los gestos, lo que agrava el cuadro. Es por lo tanto útil repetir las explicaciones y no molestarse ante la reiteración de las mismas preguntas en cada consulta sucesiva. También es común que síntomas menores como palpitaciones, sensación de cansancio, etc, desencadenen respuestas inapropiadas y determinen consultas, las que deben ser valoradas en el contexto del cuadro global.
Lo que no mejora estos enfermos es la rápida respuesta intentando reasegurarlos de que "no tienen nada". Si bien parece que esto los alivia y parecen retirarse de la consulta satisfechos, lo habitual es que rápidamente vuelvan con el mismo o tal vez otro síntoma parecido. Es mejor reconocer que el paciente esta francamente preocupado por su salud y ofrecerle ayuda, haciéndole ver la ansiedad que le ha desencadenado la situación y destacando que además de su cuadro de ansiedad también estaremos atentos a otras enfermedades que puedan aparecer. Explícitamente dejar sentado que no minimizaremos ni ignoraremos los síntomas que nos relaten, reconociéndoles que tomamos en cuenta su sintomatología, que sabemos que es real y que genuinamente esta repercutiendo en su calidad de vida. Esta posición del médico tratante valida la relación con el paciente e incrementa la motivación para el tratamiento que podamos ofrecerle.
La opción terapéutica más recomendada actualmente son las terapias cognitivo- conductuales que deben ser iniciadas lo antes posible y no deben ser demoradas por estudios diagnósticos que es posible que demoren semanas o meses en su realización. Algunos antidepresivos han mostrado algún grado de eficacia en algunas situaciones, si bien no hay estudios suficientes a cerca de su utilización en esta condición. Como ya hemos dicho el seguimiento de estos pacientes es muy importante, si bien es común que deambulen de un consultorio a otro sin conseguir que alguien le preste una escucha comprometida y la necesaria empatía. Es necesario reconocer que estos pacientes sufren realmente su situación, y por lo tanto merecen nuestro mayor compromiso.
Dres. Homero Bagnulo; Carlos Vivas