La bancarrota del parlamento
Marcelo Marchese
07.06.2019 13:51
El miércoles acudimos junto a Hoenir Sarthou, Daniel Panario, Alma Bolón, Edgardo Gutiérrez y Humberto Tartaglia a la Comisión de Constitución y Códigos del Parlamento, para ampliar la denuncia de inconstitucionalidad del Contrato ROU UPM que presentó el Movimiento ciudadano UPM2 NO, y para saber si dicha Comisión haría algo al respecto.
Nuestra denuncia es un llamado de alerta sobre dos cuestiones vitales: 1- el Contrato cede soberanía a una empresa extranjera; 2- el Poder Ejecutivo avasalla poderes y autonomías. En suma, el combo es que mientras se entregan recursos del País y se le permite a una trasnacional legislar, adueñarse de un río y planificar la educación, el Poder Ejecutivo aumenta sus atribuciones aplastando al Poder Legislativo, al Poder Judicial, a la enseñanza, a los gobiernos departamentales, a UTE y a AFE.
Estos dos aspectos cruciales, entregar el País al extranjero, y avanzar en el proceso de creación de una dictadura por parte del Poder Ejecutivo, están indisolublemente unidos: una cosa no podría ser llevada a cabo sin la otra, pero todavía hay un tercer elemento a tener en cuenta, y es cómo se posiciona la sociedad ante esta violación de las leyes, pues asistimos a una destrucción de nuestro marco jurídico y por lo tanto, a la creación de las bases para la creación de un nuevo marco jurídico que lo suplante, sumamente lesivo para nosotros y sumamente auspiciante para las trasnacionales.
Así que entremos de lleno a este tercer aspecto, y empecemos por un poder de nuestra República, el Parlamento, cuya función es legislar, hacer de contrapeso a los otros poderes y parlamentar, es decir, hablar, pensar en voz alta, discutir los problemas esenciales del País, ser expresión del variado pensamiento nacional y en este punto, el rol llevado a cabo por el Parlamento es paupérrimo y voy a ejemplificarlo contando lo que me tocó vivir "en vivo y en directo" en la reunión con la Comisión de Constitución y Códigos.
En la Comisión hubo diputados que prestaron atención a lo que expusimos y a su vez, respondieron con argumentos compartibles o no, pero respondieron, y hubo otros, que mientras exponíamos, jugaban como escolares con sus celulares. El lector se preguntará ¿jugaban como escolares con sus celulares mientras ustedes exponían que se violaba abiertamente nuestra soberanía y nuestra Constitución y se nos entregaba atados de pies y manos al poder extranjero? Parece de una película de Almodóvar pero es la triste realidad. Ese es el nivel de nuestro Parlamento: algunos escuchan educadamente; otros, te toman el pelo de manera descarada (1).
Podemos agregar que esos diputados, cuando les baja la orden de levantar la mano al unísono, ahí apagan los celulares, no sea cosa de, por descuido, cometer el error de no votar algún ukaze que emane de un Poder Ejecutivo que gobierna a espaldas del País, pues cometer ese error sería funesto para sus carreras políticas, es decir, para sus ascensos políticos.
Hermosa imagen. El hombre que fue puesto ahí para hablar, para representarnos, en vez de representarnos prefiere levantar la mano a la orden y bajar la mano a la orden, tal cual hace un soldado ante las órdenes de un cabo, un sargento, o un general. Vivimos una "militarización" del Parlamento, en el sentido de que los parlamentarios oficialistas actúan como fieles soldados que obedecen órdenes. Para el oficialismo el Parlamento no sirve para nada, pero como está ahí, ocupan las bancas para que el Parlamento cumpla una función mecánica.
En cuanto a la oposición, sin entrar a considerar sus diversos matices y salvo el PVA, el PERI y la UP, diría que su planteo con respeto a este Contrato monstruoso es el siguiente: no nos oponemos a esta inversión extranjera, pero la forma de llevarla a cabo es improcedente y además, el gobierno cedió mucho más de lo que de manera razonable pudo haber cedido.
El error de esta visión es creer que aquí hubo un "exceso", considerar que es "demasiado" que se le permita a la trasnacional legislar en materia laboral y meterse con sus criterios comerciales en nuestra educación laica, gratuita y obligatoria, amén de regalarle miles de millones de dólares sin recibir un miserable peso uruguayo a cambio. Creer que esto es un exceso, equivale a creer que las garras del tigre son un exceso, al igual que los dientes del tiburón blanco, o que la muerte se excede cuando se lleva a uno de los nuestros. El problema es no entender que las garras del tigre son esenciales al tigre, así como los dientes al tiburón y que la muerte, cuando viene, no anda con vueltas.
Entre los diputados que prestaron atención y en consecuencia respondieron a nuestros planteos, se encontraban Iturralde, Abdala, Pasquet, Goñi, Daniel Radío y Carlos Pérez. Iturralde manifestó que si su partido ganaba las elecciones, rediscutiría el Contrato. Le decimos que lamentablemente esto no será posible. Si el 15 de febrero UPM toma su Decisión Final de Inversión, el Contrato será un hecho y si el Partido Nacional quisiera rediscutirlo, nos llevaría de plano a un tribunal en Washington, donde terminaríamos pagando una multa escalofriante.
El diputado Abdala, que hizo hincapié en las tratativas secretas, e hizo bien, pues tratativas secretas para llevar a cabo la mayor inversión pública de nuestra Historia es un disparate con ribetes pantagruélicos, mencionó la dificultad de discutir y pensar sobre aquello que no se informa, como si dijera, y esto lo agrego yo, que es muy difícil jugar a las cartas si ni siquiera sabemos qué cartas nos han tocado y cuáles son las reglas del juego. El problema es que las cartas están echadas y a la vista de todos: el inconcebible Contrato ROU UPM que cualquiera pude leer en la web, y las reglas de juego son que UPM y su capataz, el Poder Ejecutivo, consideran que ese librito, La Constitución, si molesta, lo quemamos (2).
El diputado Pasquet argumentó que este Contrato no es un contrato, es decir, que es radicalmente ilegal, y tiene toda la razón. El problema con este argumento son sus consecuencias prácticas, es decir, el problema es aplicar a este problema una mirada jurídica y no política, pues aunque el Contrato no tiene validez legal y es una absoluta bestialidad, igualmente se están aplicando las obligaciones que establece, sobre todo, y exclusivamente, para nosotros, pues ya empezamos a endeudarnos para las vías del ferrocarril de UPM, y ya empezamos a gastar millones de dólares para las expropiaciones necesarias para la vía del ferrocarril de UPM. Uno puede discutir si el garrote es legal o no, o si es real o no, pero todas las dudas sobre su legalidad y su realidad se esfuman en un instante, apenas uno recibe un garrotazo en la cabeza.
El lector se preguntará qué pretendía el Movimiento ciudadano al presentar su denuncia ante el Parlamento. Pretendíamos que el Parlamento llamara a sala al Poder Ejecutivo para que rindiera explicaciones sobre algo que nos comprometerá, y que no podremos alterar ni un ápice, por un plazo de cincuenta años ¿A usted le parece, amable lector, que algo así puede resolverse en secreto y sin consultar al País? ¿A usted no le parece que los parlamentarios deberían parlamentar acerca de los ruinosos efectos económicos, institucionales, ambientales y culturales de este Contrato? ¿El Parlamento hará algo al respecto? Absolutamente no. ¿Por qué? Pregúntele al diputado o senador que votó a ver qué le dice, y mientras tanto, le propongo al Parlamento que encima de la puerta que corona esa hermosa escalinata, coloque un enorme cartel que diga "LAISSEZ FAIRE, LAISSEZ PASSER".
Al Poder Ejecutivo le propongo que sobre la puerta de la Torre Ejecutiva, y a nuestro Señor Presidente le propongo que sobre su frente, coloque uno un hermoso cartel y el otro una linda vincha, que digan "L'ÉTAT, C'EST MOI".
El lector se preguntará si es dable colocar carteles públicos en una lengua extranjera, a lo que contesto que con certeza, eso debe violar alguna disposición, sin embargo, sería absolutamente coherente con lo que estamos viviendo ¿No se llevan nuestro profesores a Finlandia para adiestrarlos? ¿No paga UPM becas en universidades privadas para domesticarlos? ¿No entra UPM hoy, como entró ayer, a nuestras escuelas? ¿No llevó ayer, como llevará mañana, escolares y maestros a su fábrica? ¿No permite ese Contrato despreciable que UPM diseñe nuestros planes de estudio?
La pura verdad es que UPM y el Poder Ejecutivo acordaron entregarnos atados cual si fuéramos un matambre, y mientras tanto el Parlamento calla, el Poder Judicial se hace el otario, los medios de comunicación cantan loas a UPM, la inmensa mayoría de los artistas que ven con malos ojos este berenjenal repugnante, prefieren no quemarse públicamente no sea cosa de morir de hambre, y mientras tanto otra empresa nacional se presenta a concordato, y aumenta nuestro déficit fiscal, y crece nuestra deuda externa y avanzamos, a pie firme, derecho al desastre.
Se ha ido arrastrando su capa y perdiéndose para siempre, el tiempo de esperar que otros defiendan nuestros intereses. La Patria se encuentra en peligro, y como tantas veces ha sucedido, ante la postración de las instituciones, sólo queda una esperanza: nosotros, y aquí no hay lugar a medias tintas.
O nos convertimos en cómplices mediante nuestro silencio, o asumimos nuestra responsabilidad ante la Historia.
(1) Aclaro que al menos, seguramente otro había, el diputado oficialista y presidente de la Comisión, José Mahía, no andaba bobeando con su celular.
(2) Frase atribuida, creo recordar, a Fructuoso Rivera cuando ejercía como Presidente.
Marcelo Marchese
UyPress - Agencia Uruguaya de Noticias