Mi balance sobre la votación de Mario Bergara en las internas
Héctor Musto
03.07.2019
En primer lugar quiero dejar claro que estas reflexiones que publico son mías, y no tienen por qué representar lo que piensa Mario, y el único responsable de estas líneas soy yo: desde el domingo, excepto felicitarlo, no tuve ninguna comunicación con él.
Aclarado lo anterior, paso a decir cómo la veo yo. Naturalmente, hay que comenzar por el principio. Y el principio es sencillo. Lo que nos unía es relativamente fácil de explicar: el frenteamplismo, el seregnismo, la trayectoria como cuadro de gobierno de Mario, la necesidad de la renovación de la dirigencia de primera línea, la esperanza de algo nuevo en el FA, el cansancio del aparatismo, el compartir los sueños de una generación (la del '83) que tuvo un papel no único pero sí importante en la caída de la dictadura y varios etcéteras más que expliqué en otras columnas en uy.press y otros medios. Hasta ahí, todo muy lindo y romántico.
Pero claro, desde el principio asumimos que la tarea no iba a ser nada fácil. En primer lugar, por nuestro renegar de los "aparatos". Porque esta renuncia implicaba algo muy obvio y costoso: no íbamos a contar con estructuras consolidadas a lo largo y ancho del país, no teníamos dirigentes reconocidos "por el gran público" (quizás ni siquiera Mario), sin legisladores o intendentes. Y por ese mismo motivo, sin recursos económicos. En resumen, arrancamos con ganas, sin aparato, sin plata. Llevar la candidatura de Mario iba a ser una lucha titánica para la cual contábamos solamente con nuestras ganas de cambiar al país (y al FA), con la militancia de unos pocos. Pero sabíamos, apostábamos, a que la trayectoria de Mario, sumada a su innegable capacidad de comunicación, podría, quizás, proyectarlo. En resumen, arrancamos desde el reconocimiento que tiene Mario... y casi nada más, sumado a las ganas de quienes lo apoyábamos.
Proyectar a Mario a las grandes ligas, entonces, era un sueño difícil: sobraba convicción... y faltaba todo el resto: recursos materiales (y toda campaña es muy pero muy costosa), cuadros en todo el país, funcionarios rentados, etc.
Y además, tema no menor, no contábamos con una lista que tuviese historia, al estilo de la 1001, la 90, la 609, la 2121, la 77... Por el contrario. Todas esas "marcas registradas, que tienen su historia bien ganada, estaban alineadas. Siempre mencionando grupos grandes, con Daniel estaban la 90, la Vertiente, el FLS entero, Casa Grande. O sea, por mencionar algunos cuadros conocidos, Mónica Xavier, Civila, Astori, Michelini, Oscar de los Santos, Enrique Rubio, Mariano Arana, Constanza Moreira. Con Carolina, nada más y nada menos que la 609 (el grupo más votado desde el 2004 a la fecha), o sea el Pepe (ex Presidente) y Lucía (actual Vice Presidente). Y el Boca Andrade, gran dirigente sindical, tenía atrás suyo nada menos que al PCU y la 1001 entera, que tiene cuadros como el senador Juan Castillo, de gran pasado sindical, un "mediático" como Gabriel Mazzarovich... más todo el aparato organizado que siempre tuvo el PCU. Y además, como para arrimar algunos votos, contaron con la 711.
En resumen, nos largamos de puro corazón "contra" todo eso (y digo "contra" en el sentido de pelear por la candidatura, pero sabiendo que nos unen el frenteamplismo, el compromiso con el programa del FA, y, aspecto no menor, saber que somos todos parte del progresismo de izquierda, del único progresismo que existe en el país).
Y nos largamos convencidos. Poniendo todos y cada uno de nosotros y nosotras lo mejor que podíamos. Desde dinero hasta la militancia boca a boca, desde colgar carteles y hacer pintadas hasta escribir en medios de prensa. Sabiendo que ganar la interna era, hoy, una tarea imposible... pero había que quedar bien parado en la interna. Porque Mario tenía que quedar bien posicionado. Tenía que transformarse, más allá de que el candidato a Presidente fuese otro, en un interlocutor válido. En un referente. Contra todo pronóstico previo, tuvimos una votación mucho más que digna. Por ejemplo, si bien tenemos, hay que reconocerlo, carencias en el interior del país, en Montevideo la 1983 fue la cuarta lista en votación dentro del FA, nos superaron solamente la 609, la 90 y la 1001... y votamos mejor que Astori, que Michelini, que Rubio. ¿Nada mal, verdad, para una lista sin aparato ni plata ni figuras de primera (excepto Mario)?
Y quiero terminar pensando en el futuro, en el próximo y en el más lejano. Tenemos claro que el Uruguay no se acaba en las internas que ya fueron. Y tampoco se va a terminar en las elecciones de octubre. Ni en noviembre, si es necesario. Más allá de que tenemos la convicción de que el FA con Daniel va a ganar en primera o segunda vuelta... tampoco se termina la política en las próximas elecciones. Pensamos y trabajamos también para el futuro. Para el 2024. Y aún más allá. Porque queremos, con Mario, cambiar al país y al FA. Somos pocos, pero bien montados. Y sabemos que la política, como la vida, crece desde el pie. Y una luz puntual nos espera. Y daremos todo para que así sea, hoy con Daniel y siempre con el FA.
Héctor Musto
UyPress - Agencia Uruguaya de Noticias