Me engripé a pesar de estar vacunado: es necesario explicar lo que sucede
Carlos Vivas; Homero Bagnulo
21.07.2019
La del título es una frecuente queja de muchos pacientes, que nos reprochan en forma genérica que pese a seguir las indicaciones de las autoridades sanitarias y también de su médico tratante, adquieren un cuadro gripal que ellos suponían iban a evitar mediante la adecuada vacunación. Intentaremos esbozar algunas explicaciones ante esta queja recurrente:
1- Muchos cuadros virales se presentan como gripe y no lo son. Hay varios virus que pueden dar cuadros que simulan gripe, ya que los síntomas son muy similares: resfrío, tos, fiebre, cefalea, etc. En general los cuadros por virus diferentes a los de la gripe, son de menor duración y menor intensidad en su sintomatología, pero la gripe a menudo también da cuadros de rápida resolución. Cuando el cuadro se prolonga por una semana, los dolores musculares son intensos y persiste una postración luego de la disminución de la temperatura, es más probable que el cuadro corresponda al virus Influenza. Hay pruebas rápidas que nos permitirían diagnosticar si es o no el virus de la gripe el que está presente, pero esto se reserva para situaciones de mayor gravedad, cuando los enfermos deban ser hospitalizados. Es que en el enfermo domiciliario, el beneficio es escaso (no cambia el manejo de la situación), y el costo relativamente elevado.
2- Los virus gripales tienen como característica mutar, cambiar a veces de año a año y a veces incluso dentro de una misma temporada invernal. La vacuna cubre 3 cepas (2 A y 1 B) .Hay una vacuna que cubre 4 cepas (2 A y 2B) pero no esta disponible en nuestro medio. Hay pequeñas variaciones del virus que se producen con relativa frecuencia, a veces anualmente, y otras grandes variaciones que se producen con mayores lapsos. Sucede que en algunas temporadas, la variación en alguna de las cepas se produce luego que se ha seleccionado la integración de la vacuna y por tanto ese año la vacuna no cubrirá adecuadamente a una o más de las cepas circulantes. Esos años la eficacia de la vacuna será mucho más baja y las personas no estarán adecuadamente cubiertas frente al virus circulante. Esto se ha intentado remediar en forma parcial mediante la disponibilidad de una vacuna adaptada al hemisferio sur. Antes del 98 únicamente se disponía de una misma vacuna para ambos hemisferios, pero en el año 97 se comprobó que una variante del virus, en lugar de seguir su trayectoria habitual (China, Rusia, Europa, Canadá y EE.UU, para descender luego al hemisferio sur), cambió de trayectoria pasando de China a Australia, de allí a Sudáfrica y finalmente al Cono Sur. Fue un año con una enorme carga de enfermedad que determinó que se realizara una reunión en Punta del Este con autoridades de los países citados, del CDC, de la OPS y OMS. En una segunda reunión a los dos meses en San Pablo se decidió definitivamente disponer de una vacuna adaptada a las posibles cepas de este hemisferio, si bien algunos años la conformación de ambas vacunas, la del norte y la del sur, son similares.
3- Es importante que la población esté informada que la cobertura que brinda esta vacuna es sensiblemente menor a la de la mayoría de las vacunas que recibimos. Mientras que las vacunas frente al Sarampión, Hepatitis y varias otras nos dan una protección mayor al 90%, las vacunas contra la gripe promedialmente dan una cobertura de entre 42-45%, si bien en personas jóvenes puede llegar al 60%. En los adultos mayores esta protección incluso puede ser menor al 40%. Cabe preguntarse entonces por qué se recomienda la vacunación cuando la protección frente a la enfermedad es baja. Diferentes estudios han mostrado que si bien los adultos mayores vacunados pueden adquirir la infección, ésta muchas veces es de menor entidad, conlleva menos complicaciones, menor número de hospitalizaciones y menor mortalidad.
4- La población debe estar informada y los médicos debemos reconocer que es mucho todavía lo que ignoramos respecto a la gripe. Esta afirmación asombra a muchas personas ya que el cuadro es ampliamente conocido desde hace cientos de años. La humanidad ha sufrido reiteradas epidemias con elevada mortalidad, se han volcado múltiples recursos para desarrollar mejores vacunas, y sin embargo posiblemente sea más lo que ignoramos que lo que sabemos. Además hay flagrantes contradicciones entre diferentes grupos de investigadores. Como ejemplo, alcanza con citar que mientras grupos de investigadores japoneses consideran que la reiteración de la vacunación año a año, disminuiría la respuesta inmunitaria, un grupo español en base a investigaciones epidemiológicas, opina exactamente lo contrario. O sea, que si nos vacunamos todos los años, nuestra posibilidad de desarrollar un cuadro gripal severo disminuye sustancialmente.
5- Es muy interesante lo que ha pasado este invierno en EE.UU., donde el Centro de Control de Enfermedades (CDC), dispone de una rama especialmente dedicada a estudiar esta afección. La efectividad al inicio de la temporada invernal (noviembre) y hasta febrero fue de 47%, lo que de acuerdo a lo que hemos visto es más que aceptable. Sin embargo, hubo una segunda ola por una nueva cepa que no quedó cubierta por la vacuna y la efectividad a partir de ese momento cayó al 9%, ya que no se disponía de una adecuada protección. Esto recuerda la baja efectividad de la vacuna en el invierno del 2014-2015, que fue tan solo del 19%. También hubo ese año una cobertura inapropiada a la cepa circulante.
6- Otro problema que se nos plantea, es cuándo debemos vacunarnos, ya que si lo hacemos muy tarde, la cepa puede ya estar circulando y recién vamos a desarrollar una protección eficaz entre 10-14 días después. Por otro lado y especialmente en los adultos mayores, si estos se vacunan muy tempranamente (por ejemplo a mediados de marzo), la protección adecuada tal vez no alcance a mediados de setiembre, cuando en nuestro país algunos años se ha presentado una segunda ola de infección gripal.
Esta descripción sólo pretende mostrar la complejidad de la situación y explicar por qué pese a la vacunación puede que adquiramos un cuadro de tipo gripal. Pese a ello, consideramos que igual vale la pena vacunarse, ya que las evidencias disponibles muestran que aún cuando nos contagiemos de gripe tenemos elevadas posibilidades de que el cuadro sea de menor gravedad, evitemos la hospitalización y que las complicaciones se presenten con menor frecuencia. Los autores de esta columna se vacunan todos los años, desde hace más de 20 años, sin dejar de reconocer las limitaciones que esta estrategia presenta. No obstante, sentimos el mayor respeto hacia la opinión de algunos pacientes que disponiendo de una apropiada información deciden no vacunarse.
Dres. Homero Bagnulo; Carlos Vivas