Entusiasmo
Luis Mardones
30.09.2019
No soy por naturaleza proclive a escribir sobre emociones en el marco de una campaña electoral.
A fin de cuentas, presumo de ser un racionalista, y aunque sé de la inmensa
gravitación que el miedo, los afectos, el rencor, la esperanza, tienen en la política,
siempre me he inclinado por quienes promueven ideas, programas, argumentos.
Sin embargo, las líneas que siguen me contradicen de manera flagrante.
Me viene entonces a la memoria la gesta del socialista Pedro Sánchez, actual Presidente del Gobierno en España, cuando relegado por los grandes líderes del PSOE, aislado por sus élites más rancias y distanciadas de sus orígenes populares, ninguneado por los poderes fácticos españoles con el propósito de impedir su posible retorno al liderazgo partidario se lanzó, terco y solo, a librar su batalla acompañado por el calor de los comunes, compañeros y simples ciudadanos. El encono había nacido porque Sánchez significaba para el PSOE un retorno a los valores de los comienzos.
La escritora española Almudena Grandes escribió entonces, en El País de Madrid, una breve columna bajo el título de Emoción "Esto no sería tan grave si ese mismo aparato que ahora pretende arreglarlo todo, no hubiera convertido al compañero Pedro en un héroe popular, un flamante símbolo del regreso a los orígenes. Hace poco, escuché a una responsable de su campaña mientras
contaba que, en su largo viaje por España, Sánchez y su equipo duermen y comen en casas de compañeros, que les pagan los cafés y les llenan el tanque de gasolina. Confieso que su relato me emocionó, y eso que yo nunca voto al PSOE. Y no sé lo que puede hacer el aparato contra la emoción, pero me temo que no es mucho."
A pocos días de publicadas estás líneas, Pedro Sánchez ganó por amplísimo margen la elección interna y reasumió la conducción del PSOE. Esto me ayuda a entender por qué razón lo que más me ha llegado, en el curso de estos días que nos llevan a las definiciones de octubre, ha sido ver a un conjunto de muchachas y muchachos, empujados por un liderazgo también joven, abrazando una convicción, lanzados a la inclemencia de la intemperie y empujados por su sola adhesión a ideas y valores.
Confieso que hace tiempo que no experimentaba este estado de ánimo, más entusiasta: un resurgimiento de la esperanza, esa fuerza misteriosa que mueve a la acción. He visto, a diestra y siniestra, carreras políticas extensas y exitosas, si por éxito entendemos permanecer sempiternamente en el puesto. Muchas veces están edificadas sobre dos bases: el silencio y la obsecuencia. Eladia Blázquez, percibió y nos hizo percibir, sin embargo, la abismal diferencia: "Esto de durar y transcurrir/ no nos da derecho a presumir/ porque no es lo mismo que vivir/¡honrar la vida!"
He seguido a Fernando Amado y a Patricia Soria con atención, primero a través de la prensa, y desde hace un año y medio en forma personal gracias a una informal cazuela de lentejas.
Fernando y Patricia libraban entonces una batalla, tal vez quimérica, para obtener un propósito grande: que la colectividad en la que entonces militaban, retomara el viejo cauce que le imprimiera José Batlle y Ordóñez, aquel líder monumental que transformó al Uruguay en un país modelo y de avanzada en las primeras décadas del
siglo XX.
Fernando empezó donde empezó y está donde está. Me quedo mil veces con este tránsito y esta búsqueda antes que con tanta coherencia fofa y vacía, presumida de sus insustanciales naderías.
Fernando, Patricia y quienes les acompañan están donde está por lealtad a un ideario que en algún momento se le reveló como evidente y necesario. Porque pelearon por una transformación que creían imprescindible y que era, como muchas veces acontece, un regreso a los orígenes.
Fernando, Patricia, sus compañeras y compañeros de Batllistas Orejanos, hoy UNIR,
Lista 9, no resolvieron (por si faltaba algo para desestimar por ridícula la insinuación de oportunismo) esta nueva inserción política en momentos halagüeños para las chances electorales de las fuerzas progresistas. Todo es fácil, cuando los vientos soplan a favor y las encuestas sonríen.
Ni buscaron ni aceptaron un lugar en listas ya consolidadas, que tradicionalmente ofrecen bancas de regalo con el sano propósito de ensanchar la convocatoria sobre la legítima base de la amplitud y la generosidad.
Entendieron que su aporte era correr el riesgo, trabajar hasta el cansancio, y jugársela por un compromiso que había pasado a ser prioritario. Son hechos y conductas hoy por hoy bastante infrecuentes en política y merecedoras de inteligente y amable atención ciudadana.
Veo ahora a la gente de la 9 salir a recorrer el país, a lo pobre, sin recursos, sostenidos por una fe que no tengo inconveniente en reconocer que en mí venía menguando.
Pelean para que no haya un "alto" en el impulso progresista. Daniel supo verlo. Y otros también.
Veo ahora a Fernando, Patricia y a quienes les rodean rascar los bolsillos para llevar adelante esta patriada llevando su mensaje a barrios y ciudades de todo el país. Coincido con todos los contenidos generales de ese mensaje, pero confieso que la causa de mi entusiasmo no radica tanto en ellos, sino en mi valoración de la auténtica convicción que les mueve.
Luego de haberse lanzado a navegar en medio de un océano de dificultades, renunciando a cómodas posiciones, para seguir luchando -desde dónde sea- por un regreso a los orígenes, viene la genuina felicidad que proviene de haber hecho loorrecto.
Acompañarlos entusiasma y les estoy profundamente agradecido.
Luis Mardones
Profesor de Literatura y de Gestión Cultural - Ex dirigente Asceep - FEUU - Ex Director Nacional de Cultura.
UyPress - Agencia Uruguaya de Noticias