Condena y apología de la democracia (el ansiado debate presidencial)
Marcelo Marchese
04.10.2019
Como sabemos, una misma palabra no implica lo mismo para dos personas, entre infinitas otras cosas que darían para otro artículo, porque una misma palabra tiene al menos dos definiciones posibles.
Así que nos enfrentamos al problema del lenguaje, de las palabras, y nos enfrentamos al problema de la democracia ¿Pero cómo los humanos se entenderían si cada palabra cada uno la interpreta de manera diferente? Lindo problema que a su vez daría para otro artículo, pero una respuesta evidente es que en una serie de cosas, si no en todas, los humanos no se entienden cuando hablan entre ellos.
Ahora, alguien argüirá que cuando Marcelo dice "mesa" todos entenderán una estructura preferentemente de madera, con cuatro patas y un tablón encima, aunque con certeza el anatomista pensará en una mesa de disección, el estudiante en una temida mesa de exámenes y la buena señora pesará en aquella vez que el marido, por causas desconocidas, la colocó sobre la mesa del living para vivir un rapto de pasión enloquecedora.
Ahora, mientras el anatomista se relame con su cadáver, el estudiante teme ese maldito futuro y la buena señora espera que suceda aquello que como espera que suceda, no dirá algo muy directo para que suceda, sino que elaborará un complejo lenguaje que posiblemente el marido no logrará descifrar por su carácter inextricable, en tanto todo eso sucede, le decimos al objetor de Marcelo que si le digo "Religión", "EEUU" o "Revolución", para unos hablaré de una cosa espantosa, y para otros hablaré de una cosa maravillosa.
Así que, despejado este camino, o más bien mostrando la compleja selva que tenemos delante y que debemos desmalezar para labrar un camino, vayamos al tema del debate presidencial y la democracia.
Como era de esperar, el debate no fue un debate sino una pantomima. En rigor, fue un acto propagandístico de los canales de televisión, que significa decir "del poder" ¿Quién tiene el poder? El fondo sideral del decorado fue elocuente. Desde allí, Zeus u algún otro dios imponente, proyectaba ante nosotros a la Democracia a través de las sombras de dos semidioses o héroes. Zeus, o el dios imponente, había determinado cómo y dónde se pararían, sobre qué cosas hablarían, cuánto tiempo tendrían y en que orden lo utilizarían, pero con total prescindencia de parte de los variopinto periodistas de hacer otra cosa que preguntas iniciales. De ninguna manera se podía y estaba prohibido para el periodista, hacer una pregunta o intervenir de alguna manera para que el debate de verdad fuera fructífero.
¿Por qué se prohibía? Pues ello hubiera significado una propaganda excesivamente favorable a una cosa que se teme, pues se teme como al Diablo a la retórica y se teme que la democracia haga uso de la retórica. Entonces asistimos a la ausencia de la retórica, a la función de dos actores que habían memorizado su libreto y que hacían como que debatían.
Lo interesante del asunto es cómo estos libretos memorizados y no siempre bien declamados, muestran mucho más de lo que les conviene mostrar. No hubo debate porque no hay debate, en el específico sentido de que en las grandes líneas de la política nacional, las sombras de los dos semidioses o héroes están de acuerdo.
Su disputa, que no dudamos sea terrible, refiere a quién de los dos dirigirá el barco hacia el abismo al que vamos irremediablemente. Ahora, como esa disputa no nos importa, y lo que nos importa es la democracia, resulta que, como hemos dicho mil veces y ahora diremos mil y una, el capital extranjero se está apoderando de nuestros recursos, la República se erosiona y pierde capacidad de decisión sobre las cosas que pasan en este suelo, y la cultura productiva, la cultura política y la cultura artística del País ven cómo uno a uno se deshacen los nudos cruciales de esa vasta y sensible red.
Pero recuérdese que Zeus, o un dios imponente, proyectan la democracia sobre nosotros a través de las sombras de dos semidioses o héroes con libretos memorizados donde se utilizan una cantidad considerable de palabras para no decir nada ¿Presentaron algún plan para sacar al País de la pobreza y hacer que tuviéramos una vida más digna o al menos más segura, o hicieron uso de mera palabrería? Esa es nuestra democracia, mera palabrería mientras las granjas cierran, los tambos son abandonados, las empresas van a concordato, la desocupación se extiende y la enseñanza es una ruina.
Los partidos políticos que en su momento tuvieron a sus Batlle, Herrera y Quijano, los partidos políticos que fueron promotores de ideas, hoy se han convertido en meros administradores de ordenes que vienen de afuera, lo que equivale a decir que son meros actores que fungen de semidioses o héroes de la democracia proyectada por Zeus, o algún dios imponente, en esto que vivimos que se llama La Caverna ¿y qué vemos en la Caverna? No vemos otra cosa que la sombras que proyecta Zeus o algún dios imponente.
Entonces ¿qué hacer? Si en La Caverna se proyectan sombras engañosas no tenemos más remedio que salirnos de La Caverna, lo que significa que al concepto de democracia de Zeus o algún dios imponente, hay que anteponer otro concepto de democracia que refiera al poder del pueblo.
Tarea ésta nada fácil, pues precisamente nuestro tejido productivo está deteriorado, y están deterioradas nuestra República y nuestra cultura, y si la población no discute las cosas de la política y no se organiza para llevar sus ideas a cabo, la democracia no se ejerce, lo que se ejerce es la democracia proyectada por Zeus o algún dios imponente que a través de sus sombras pretende darle un sentido a la palabra democracia.
Ante la bancarrota de los semidioses o héroes que no son otra cosa que malos declamadores de libretos memorizados, a algunos que nos hemos encontrado en el Movimiento ciudadano UPM2 NO se nos ha ocurrido una propuesta para, de acá a los próximos cinco años, discutir de verdad los grandes temas de la política nacional y empezar a solucionarlos. Tenemos una propuesta que queremos discutir entre todos, y el 12 de Octubre, en la tercera Contraudiencia de nuestro movimiento en el Atenas tendremos esa posibilidad.
Queremos ajustar los detalles mediante una discusión, pero nuestra idea es propulsar una reforma constitucional para las elecciones del 2024 en la cual se establezca que estos contratos de inversión como el Contrato ROU UPM, no puedan ser enjuagados en secreto y deban necesariamente obtener una sanción parlamentaria. Contratos de inversión como el de UPM tendremos a futuro a montones, pues estas gentes vienen a apoderarse de los recursos que todavía no se han apoderado y por lo tanto tenemos que asegurar mediante la constitución ciertas garantías, ahora, habida cuenta que este Contrato ROU UPM viola nuestra Constitución desde la v de viola hasta la a de viola, pasando por la i, la o y la l, pretendemos hacerlo caer mediante ese plebiscito que rechace o apruebe esa reforma constitucional.
Menuda tarea para un movimiento ciudadano en nacimiento ¿Podrá este movimiento tejer su política de alianzas para llevar a cabo una tarea ciclópea en el tiempo del desinterés y la cultura de la derrota? Es algo que no podemos saber, pues la verdad es una cosa esquiva. Si la verdad es esquiva para los físicos y los químicos ¿qué decir cuando nos enfrentamos a las cosas de la política, donde el futuro debe ser pronosticado en función de la voluntad de los hombres?
En estos casos, para mí siempre pero concedamos por un momento que sólo nos referimos a estos casos, la verdad es una ecuación con una incógnita a despejar: la voluntad de los hombres ¿Podremos lograr que un plebiscito en cinco años resuelva sobre este Contrato inconstitucional y nefasto y sobre futuros contratos igualmente nefastos e inconstitucionales? El futuro es incierto, pues la verdad oscila en el filo de la navaja de nuestras propias decisiones ¿Pero podremos nosotros, simples ciudadanos, poner sobre "la mesa" de la política los temas que de verdad importan?
En una era de tecnócratas, pareciera que no podemos, pero es del caso que estoy estudiando una historia de la antropología y sucede que una cantidad de hallazgos de fósiles cruciales, o la destrucción de mitos abominables, fueron llevados a cabo por investigadores de pasado oscuro y dudoso, por no decir que estas gentes vinieron de la miseria, y se enfrentaban a las elevadas mentes aristocráticas que además, fabricaban falsos cráneos como el hombre de Piltdowm. Uno de estos investigadores que encontraron los fósiles que nos permiten entender de dónde venimos, era un escocés llamado Robert Broom que, enfrentado en cuerpo y alma a la Academia, tenía sus propios métodos para salirse con la suya, pues traía, por su origen humilde, un alto concepto de la palabra democracia y por eso transcribo sus sabias palabras: "El obrero, el cantero o el minero suelen tener en promedio la misma capacidad mental que un profesor corriente de la Universidad, y a menudo demuestran más entusiasmo en la búsqueda de nuevos hechos científicos".
¿Y entonces? Entonces, el filo de la navaja.
Hasta la semana próxima, amable y atento lector.
Marcelo Marchese
UyPress - Agencia Uruguaya de Noticias