Los beneficios en la salud de ser optimista
Carlos Vivas; Homero Bagnulo
18.10.2019
Los médicos clínicos han percibido desde hace muchos años una asociación entre ciertos factores psicosociales y la evolución desfavorable de determinadas enfermedades. Estos factores de riesgo incluyen muy especialmente a emociones negativas tales como la depresión y la ansiedad y también factores sociales, como la soledad y otras condiciones que determinan estrés crónico.
Se reconoce así la asociación existente entre las emociones negativas y afecciones de origen infeccioso, inflamatorias y autoinmunes. Esta asociación es mucho más marcada en los casos de algunas neoplasias y en enfermedades cardiovasculares.
Mucho menos estudiada ha sido la asociación entre el optimismo y la posibilidad que una amplia gama de afecciones muestren una evolución favorable en aquellos pacientes en los que se pueda determinar esta condición. El nivel individual de optimismo puede ser medido por diversas escalas y se define como la tendencia a pensar que eventos favorables sucederán en el futuro de la persona. Diversos estudios sociales han mostrado que los individuos más optimistas tienen mayores posibilidades de ser exitosos, tanto en el trabajo, como en el estudio, en los deportes, en sus relaciones interpersonales, así como en otros aspectos de su vida.
En los últimos años se ha comenzado a medir la evolución de diferentes afecciones físicas en relación al optimismo. Se han evaluado los efectos del optimismo más allá de la ausencia de depresión y de otras formas de trastornos psicológicos; es decir que, los investigadores están buscando demostrar el efecto activo del optimismo, más allá de la ausencia de otros trastornos del pensamiento, como podría ser la depresión, la ansiedad excesiva, etc. En el caso de las afecciones cardiovasculares, esto ha llevado a que algunos autores delimiten un campo de la investigación que titulan "Cardiología del Comportamiento". Un muy reciente aporte en este campo es el artículo publicado por investigadores del Departamento de Cardiología del Mount Sinai de Nueva York y de la Escuela de Salud Publica de Harvard (Association of Optimism With Cardiovascular Events and All- Cause Mortality. JAMA Open 2019, Septiembre 17: A. Rozanski y Col.). Estos autores realizaron una revisión sistemática y un meta-análisis que incluyó 15 estudios con casi 230 mil participantes. De estos 15 estudios , 10 reportaron la evolución de eventos cardiovasculares, tales como infarto de miocardio, stroke, enfermedad isquémica coronariana y muerte por enfermedad cardiovascular. En 9 estudios se reportaron datos de la mortalidad independientemente de la causa de la misma. El período promedio de seguimiento de los pacientes fue de 14 años. Específicamente excluyeron del estudio a los pacientes con cáncer, para evitar factores que pudieran atribuirse a la presencia de una enfermedad que ya era terminal. También recogieron datos de algunas variables que pudieran actuar como factores de confusión , como son el nivel educacional , la actividad física, el tabaquismo y otras conductas que pudieran ser factores de riesgo por sí de enfermedad cardiovascular. De los estudios analizados 8 fueron realizados en los EE.UU., 5 en Europa, 1 en Israel y 1 en Australia.
Los datos recogidos le permiten a los autores, encontrar una asociación estadísticamente significativa del optimismo con una reducción marcada del riesgo de sufrir eventos cardiovasculares. La asociación analizada se mantuvo aun luego de la extracción de los demás factores de riesgo ya analizados.
En cuanto a la mortalidad global, cualquiera fuere la causa, lo que incluyo a casi 190 mil pacientes, también el optimismo se asoció significativamente con una reducción del riesgo de muerte, aunque en este caso el efecto fue menor.
En suma, esta revisión que incluye un muy amplio número de participantes, demuestra un significativo menor riesgo de eventos cardiovasculares en aquellos individuos en los que se midió un elevado nivel de optimismo, aun luego de ajustar por los factores de riesgo de estas afecciones . El optimismo también se asoció con una reducción de la mortalidad global, aunque en este caso el efecto positivo fue más modesto. Merece destacarse que la reducción del riesgo fue muy semejante entre hombres y mujeres, así como en los distintos sitios geográficos de donde provinieron los estudios. También se evidenció una asociación dosis - respuesta : a mayor nivel de optimismo, menor riesgo de eventos cardiovasculares e incluso menor mortalidad global.
No conocemos los mecanismos fisiológicos por los cuales se da esta relación. Es muy posible que el optimismo se relacione con 3 comportamientos que son relevantes a los efectos de mejorar las afecciones cardiovasculares: La supresión del tabaquismo, la realización de actividades físicas y la adhesión a una dieta apropiada. Pero tal vez esto solo no explique en su totalidad los resultados y hay otras explicaciones posibles que incluirían a la inflamación, a la función endotelial, a funciones metabólicas, a funciones endócrinas e incluso al control de la presión arterial . Todo lo cual sugiere alguna forma de asociación entre optimismo con el funcionamiento fisiológico del organismo. Se abre un amplio campo de investigación que nos permitiría llegar a conclusiones sobre la razón por la que el optimismo le provee al organismo de un funcionamiento fisiológico positivo. Hay por lo tanto una necesidad de definir los procesos que determinan los beneficios médicos asociados con determinados modos de pensamiento.
También queda por determinar y esto resultaría del mayor interés, qué intervenciones permitirían promover el optimismo en la clínica. Al parecer el optimismo podría ser estimulado a través del uso de terapias congnitivo-conductuales y diversas técnicas psicológicas. Estas podrían estar especialmente indicadas en programas de rehabilitación luego de eventos cardiovasculares agudos. Y por qué no pensar , en estrategias de prevención que podrían eventualmente beneficiar a aquellos pacientes en los que el optimismo no se da naturalmente, buscando inculcarle modos de pensar positivos. Como vemos se abre así un amplio campo, tanto en el tratamiento como en la prevención de las enfermedades cardiovasculares.
Dres. Homero Bagnulo; Carlos Vivas