“Ella” de Bruno Cancio, o la buena nueva
Marcelo Marchese
29.10.2019
En "El pudor de la historia" Borges dice que los grandes acontecimientos suceden sin que los contemporáneos se sientan aludidos, pues la Historia gusta de dar sus grandes pasos en secreto. En función de esta ley ineluctable habrá de pasar un tiempo hasta que descubramos que casi de la nada, apareció una estrella rutilante que se ha situado en lo más alto de la literatura montevideana.
¿En lo más alto de la literatura actual o en lo más alto de la literatura desde que este País nació a los tumbos a su vida "independiente"? Esa es precisamente la buena nueva: ha nacido uno de los grandes escritores desde que este País nació a los tumbos a su dudosa vida independiente, y este escritor no sólo viene reflexionando desde hace tiempo sobre su arte, pues de otra manera no hubiera logrado su excelencia, sino que además no se ha apartado del camino de los grandes poetas: la sinceridad de Bruno Cancio es sobrecogedora.
¿De qué se trata Ella? Aquí nos encontramos con un primer problema, pues habría que decir que Ella es una novela, sólo que es una novela y no es una novela ¿Qué es, entonces? Bruno alcanzó, a su manera, un sueño perseguido por muchos escritores: aunar la poesía a la prosa pero no sólo haciendo una prosa poética como Kafka o Rimbaud, sino haciendo un poema que se convierte en capítulo de una novela, una micronovela, como Bruno le dice a Ella en Ella, y cada capítulo es un poema en sí, y cada capítulo está unido a otro capítulo por el hilo de la obsesión.
¿De qué obsesión hablás? La obsesión por Ella ¿Nos encontramos con un obsesivo? No, no nos encontramos con un obsesivo, nos encontramos con flor de obsesivo y he ahí precisamente la clave de este asunto ¿Pero este Bruno Cancio no es un tipo raro? Ni lo dudes, esto que ha escrito es rarísimo, por su nivel, por su estructura excepcional y por su coraje. Nadie ha hecho esto, al menos, no sabemos que nadie haya hecho esto. El único que ensayó algo parecido y al mismo nivel, fue Julio Inverso, otro escritor imposible de clasificar, imposible de clasificar incluso para el jurado de los certámenes a los que se presentaba.
Así que nos encontramos con un escritor raro que además es un obsesivo a la enésima potencia, pues no conoce límites y si los conociera, los traspasaría impunemente. Este tipo se encuentra dominado por sus obsesión: Ella ¿Quién es Ella? Amén de ser el objeto de un amor difícil de tolerar para todos aquellos que no han vivido algo así, no sabemos nada de Ella, salvo que para el autor es el principio y el fin del universo, la grieta desde la cual han venido todos los hombres y la grieta a la cual todos irán irremediablemente.
¿Nunca viviste un amor intolerable, un amor que descalabra y destruye y resucita, un amor que no te da un segundo de respiro y te domina y te convierte en una pluma que lleva de aquí para allá un huracán llamado deseo? Si no lo viviste, leyendo este libro podés hacerte una idea de lo que te aguarda si te animás a abrir la puerta ¿Qué puerta? Una puerta que está hecha para todos nosotros y que sólo algunos se animarán a abrir. A modo de resultado de abrir esa puerta tenemos este libro de Bruno que se tiró con toda inocencia a un mar infestado de tiburones y se dedicó a nadar y al nadar, cantaba y por algún motivo desconocido, aunque le amputaron los miembros mil veces, logró volver al mundo de los vivos. Ha sobrevivido a todos los tiburones, a la paliza que le dio Ella, incluida la paliza sexual que le dio Ella.
¿Con qué escribe Bruno Cancio este libro originalísimo? No lo escribe con su mente, con ser su mente una mente privilegiada. No lo escribe con su corazón, con ser su corazón un órgano portentoso. Lo escribe con su sexo: agarró su sexo y lo usó a modo de instrumento para regalarnos su corazón, su mente y su sexo al desnudo ¿Pero éste es uno de esos hombres que piensan con el pene? Ni que hablar, apareció uno que no se deja llevar por la corriente y desafía la imbecilidad del mundo y piensa y siente y escribe con el pene ¡Gracias a Dios!
Pero, pero... ¡Pero nada! Si querés leer la literatura de la Agenda de Derechos, de seguro encontrarás algún bodrio ayuno de espíritu por ahí, pero resulta que este tipo no permitió que su arte estuviera regido por ninguna consideración política o filosófica, a menos que fuera una consideración política o filosófica que lo impulsara a mostrarnos su mundo, un mundo que ha sido empuñado por un arma, un arma que dispara una literatura de pura imaginación, la faceta más verdadera de la realidad. Este escritor onírico ha creado la obra más realista que podamos concebir.
Evité de forma deliberada citar algunos fragmentos del libro de este poeta maravilloso ¡Andá y leelo y te sorprenderás! Yo fui sorprendido en mi buena fe. Pensaba que la literatura, y la humanidad, iban derecho al abismo. Muy probablemente marchen una y otra de la mano y derecho al abismo, sin embargo, de tarde en tarde nace una esperanza. Éste es un libro esperanzador, pues Bruno no conoce el ridículo y si lo conociera, lo agarraría, lo escupiría, lo insultaría y le daría de patadas empujado por su infinito amor a Ella, la sacerdotisa de su Biblia Pagana, una Biblia Pagana llamada Ella.
De manera curiosa, el día que descubro este libro encargado por una cliente, recibo un mensaje de otra esperanza, Ernesto Díaz, que me dice que acaba de escribir una oración. Como sé que los celulares tienen unos malignos correctores, le pregunto si quiso decir "oración" o "canción", y me responde que las dos cosas y me envía el texto, y acto seguido me envía un mensaje de voz donde canta a capela su oración de amor, como si fuera un Bruno Cancio cualquiera, y al final le agrega dos o tres notas de guitarra. Le digo que así como está es maravillosa, que la grabe a capela y al final le agregue esas dos o tres notas de guitarra. Me dice que por ahí va la cosa. La letra es de él, la música, de otra esperanza llamado Alessandro Podestá. Es una canción que Ernesto hizo para sanarle el ojo a una amiga. Tengo la leve impresión de que alguien incluirá alguna guitarra por aquí, algún bajo por allá y la oración milagrosa no terminará curando el ojo. Tal vez sea demasiado paranoico y además, Alessandro y Ernesto saben más que yo de estas cosas, pero para darles una idea, Ella es Bruno Cancio cantando a capela su oración para curar a Ella, curarse a sí mismo y curarnos a todos nosotros, pobres almas enfermas que precisamos oraciones y canciones para vivir.
Tal vez tengas dudas acerca de esta ley del pudor de la Historia enunciada por Borges, que nos recuerda que sólo uno, al pasar, mencionó la crucifixión de Chrestus. El acontecimiento fundamental de nuestra civilización pasó inadvertido a sus contemporáneos. Así moría el que dijo que la sabiduría para los hombres es locura ante Dios, y que la sabiduría de Dios es locura ante los hombres, que debemos ser inocentes como niños y eso me recuerda de nuevo al pudoroso Bruno Cancio, inocente y sabio como un niño, el que por amor a su deseo y a Ella ha hecho estallar este libro feliz y valiente ante el apretado rostro de nudo marinero del montevideano.
Muy bien. Ya dije todo lo que debía decir, algo que nació cuando tres personas abrieron las puertas de la esperanza cuando pensaba que la humanidad marchaba derecho al abismo y sólo nos quedaban los grandes poetas, los grandes faros del pasado. No es así. La ciencia conoce una cosa llamada progreso por la cual, a cada rato tenemos un nuevo descubrimiento que tira por tierra todos los dogmas anteriores hasta que acaece un nuevo aborto del progreso y así indefinidamente. El arte no conoce el progreso, es difícil que venga uno y supere a Bach, a Leonardo, a Shakespeare o que iguale a los genios de Altamira, sin embargo, de tarde en tarde aparece alguno que da vuelta la realidad como una media. Uno de esos está acá, entre nosotros y se llama Bruno Cancio y te emocionará, te hará reír a carcajadas, pues domina las palabras a su antojo y se encuentra del otro lado del secreto.
No pierdan más tiempo conmigo. Vayan ya mismo a comprar Ella de Bruno Cancio. Vayan, cómprenlo y léanlo ¡Préstenme atención! ¡Vayan y lean a Bruno Cancio! ¡Léanlo! ¡Lean Ella de Bruno Cancio!
Marcelo Marchese
UyPress - Agencia Uruguaya de Noticias