PAISAJES URBANOS – Moira y las niñas del paraguas
Daniel Feldman
23.08.2021
En la columna de la semana pasada hablaba de mi visita a un museo; hoy voy a tomar como pretexto otra visita, a otro museo.
El Museo Ralli fue fundado en 1988 en Punta del Este, departamento de Maldonado, y dio lugar posteriormente a una serie de museos del mismo nombre, ubicados en Santiago de Chile (Chile), Marbella (España) y Cesárea (Israel).
Con muestras permanentes e itinerantes, me ha sido posible deleitarme con obras de Magritte, Chagall y fascinantes esculturas surgidas de la mente y de la mano de Salvador Dalí, para hacer una muy breve enumeración.
En las ocasiones que puedo ir hacia el este, trato de hacer una visita a sus instalaciones. Algunos meses atrás, en uno de esos resquicios que dejó la pandemia y apadrinó el sol del otoño, fuimos.
Mi nieta Macarena, de la que ya hablé en otra columna, dirigió rauda sus pasos al patio de las esculturas, donde numerosas obras del inglés John Robinson (1935 - 2007) representan a niños en diversas actividades y en tamaño natural.
La palabra griega moira puede significar destino, parte o porción, en alusión a la función de repartir a cada mortal lo que le corresponde de existencia y obras en el devenir del cosmos. En la mitología griega, las Moiras -que eran tres: Cloto, Láquesis y Átropos- tenían a su cargo hilar la hebra de la vida para los humanos, medir la longitud del hilo de la vida y, finalmente, cortarlo. En la tradición griega dicen que se aparecían tres noches después del nacimiento, para determinar el curso de su vida.
Moira es el título de la obra de John Robinson que se presenta al comienzo de esta nota, y data de 1980. Totalmente despojada y abatida, difícilmente podamos imaginarla más alejada de ese ser mitológico capaz de tejer o destejer un destino, y su nombre queda desprovisto de toda remembranza heroica, para así su figura de bronce adquirir dimensión humana.
¿Qué más oportuno entonces que un abrazo tierno, cariñoso, que cobija, sin pedir absolutamente nada a cambio?
Las niñas del paraguas, fechada en 1983, es otra de las obras de Robinson que se puede apreciar en el Museo Ralli.
Complicidad, compenetración, identificación... y ¿por qué no también protección frente a alguna inclemencia? Ahí acudió también Macarena, ahora a recibir y sin ofrecer nada a cambio.
Tal vez estemos demasiado acostumbrados a regirnos por la ley del valor y traslademos a la afectividad definiciones que puedan ser de rutina para otros campos. Capaz que estaría bueno por un rato -o por dos o tres ratos- olvidarnos de las relaciones de los valores de cambio y hacer como esa niña que, una tarde en el museo, dio y recibió, sin pedir ni ofrecer nada a cambio.
Daniel Feldman | Periodista